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lunes, 9 de marzo de 2009

EL MISTERIO Y SILENCIO DE SAN JOSÉ

Una alianza pacte con mi elegido,

hice un juramento a mi siervo David:

He fundado tu estirpe para siempre,

he erigido tu trono de edad en edad


Estas palabras del salmo 88 tomado de la misa de San José, nos recuerdan la fidelidad a la alianza de parte de Dios hacia su pueblo representado en el rey David, a quien el Señor le recuerda que enviará un salvador descendiente de la familia de David perpetuando así, su estirpe para siempre y sabemos por la misma Escritura que el cumplimiento de esa promesa se ha realizado en Cristo nuestro Dios humanado por amor a nosotros. Y es aquí en esta expresión del misterio de Cristo (en su humanidad) que aparece la figura del santo patrón universal de la Iglesia, es decir, de José el esposo de María.


La figura de José como sabemos es de las mas desconocidas dentro de la tradición de la Iglesia, pues la Sagrada Escritura, nos aporta pocos datos de él, prácticamente es mencionado para señalar la legalidad del nacimiento de Cristo y no ha sido raro que a lo largo del tiempo hayan surgido leyendas que han querido resaltar su figura, pero la mayoría de estas mas bien han mitigado un poco la realidad de su persona y en este ámbito incluso la expresión artística no ha escapado ha ello y en ocasiones los artistas llevados por esas leyendas lo han plasmado de diversas maneras, estableciendo así, algunos cánones sobre los cuales su figura ha sido presentada a lo largo del tiempo.


¿Pero entonces quién es José? José por principio de cuentas no es un hombre viejo que desposo con María para preservar únicamente la virginidad de ella y tratarla mas como hija que como esposa, José a juicio de muchos estudiosos era un hombre mas bien joven como cualquiera de Nazaret, descendiente de David como bien lo señala Mateo en el Evangelio (Mt 1, 16.18-21.24), para dar así cumplimiento a la promesa hecha a David como lo indica el salmo 88. José es el siervo fiel y prudente al cual el Señor puso al frente de su casa, (Lc 12, 42), es decir, el siervo que está a la espera de su Señor y lo recibe esperando sus ordenes y ¿cual fue esta?, simplemente la de confiar en él, acogerlo, darle su amor de padre al que es el amor por excelencia, en la inocencia de un niño y, en el caso de la circuncisión e imposición del nombre al niño, era él, el que tenía que dárselo al sacerdote y estas dentro de la ley judía actitudes sacerdotales, propias del padre de familia, pues el padre es el principal responsable de la formación religiosa y civil de los hijos en la tradición judía y eso en la iconografía artística de San José se ve representado por el color verde, es decir, el sacerdocio y sacerdocio que refleja también el de Cristo del cual ya participa por su función en la obra de la salvación, el amarillo o el ocre reflejan la unión de José con Dios, es decir, su estrecha confianza en él, actitud propia de cada hombre que tiene a Cristo como su luz.

Fray Omar Alejandro Macías Silva. O.F.M.

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